Septiembre, 27

Ayer, un profesor nos dijo: vale más la palabra de un pendejo que la mil sabios.

Ése mismo día, no me sucedió exactamente eso, sólo que aprendí a quedarme callada con las personas que no le gustan escucharte.
¿Para qué molestar?
Total, no hay más desinterés que un "ajá, ummm y ah"
Son actos que abrazas a tu pecho y como si fuera metal al rojo vivo, los marcas en ti.

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